Segunda y espléndida sesión del taller. Si ayer nos dedicamos a entender qué es eso de las bellas vallas en general, cómo funcionan, cómo restringen nuestra movilidad en el espacio urbano, cómo ayudan a crear eso que llamamos ciudades-marca; hoy, lo que hemos hecho es estudiar con detenimiento aquellas que tenemos más cerca, las que ocupan las calles de Barcelona.
Son muchísimas: refinados pinchos que evitan que alguien se tumbe allí donde no debe; pequeños setos y arbustos que, colocados estratégicamente, obstaculizan el acceso a cualquier área restringida; formas geométricas hechas de materiales nobles y situadas en las esquinas para eludir cualquier acomodo no deseado; rejas de forja elaboradas con gran maestría; superficies de cemento inclinadas; bancos, sillas y asientos separados a conciencia –a mala conciencia–… La lista es infinita.
De nuestro estudio, un par de conclusiones podemos destacar. La primera, que la violencia inscrita en la materialidad de todos y cada uno de estos dispositivos pasa desapercibida para la gran mayoría de personas. Eso se debe a lo que en este taller llamamos el factor estético o, dicho de otro modo, la belleza inscrita en estos elementos urbanos que hace que baje su apariencia represiva mientras aumenta la efectividad de sus propósitos. La segunda, que estas bellas vallas no se contentan con delimitar el espacio de la ciudad. Lo que persiguen más bien es transformarlo en un medio por el que llevar a cabo todo tipo de operaciones de captura y exclusión. En este sentido, su propósito final no es más que el de renovar el gesto inmemorial de la imposición de una soberanía sobre un territorio determinado. La soberanía en este caso es la del capitalismo, y el territorio ocupado, nuestras vidas.
Vistas así, las bellas vallas no difieren mucho de esas otras que vemos elevarse alrededor de los inmigrantes y refugiados allí donde quiera que vayan. Es por esto por lo que nos hemos puesto como objetivo para la tercera sesión del taller enlazar, como sea, la hostilidad y amenaza con que se prohibe hoy la libre circulación de las personas en las fronteras de los Estados-nación con esta otra que sufrimos a diario el interior de las ciudades-marca. Dar con un gesto, una imagen, algo que pueda vincular unas vallas con las otras.

DÍA 4
Final del taller. Acción en la calle.
Las bellas vallas o, dicho de otro modo, los diseños urbanos destinados a controlar la movilidad de las personas en las ciudades, no entran en oposición con esas otras vallas llenas de pinchos y cuchillas que se alzan hoy por toda Europa. Lo que hay aquí es más bien la creación de un continuo que va de la muralla más maciza a la delimitación más etérea. Sus diferencias son de grado y no de naturaleza. En algunas zonas del mundo el capitalismo necesita checkpoints, muros de vigilancia y vallas electrificadas; en otras, sin embargo, requiere de todo lo contrario: síntesis estéticas que restrinjan nuestros movimientos sin que a penas nos demos cuenta de ello. Estetización de las limitaciones del espacio. Bellas vallas.